La hoja de papel blanca y cuadrada es casi siempre un mundo entero. Un mundo que es, si, redondo, pero moldease como, por ejemplo, una bola de barro. Una de aquellas que pueden ser cambiadas en platos, donde se pone la comida, que nutre; o en vasos, donde se pone el agua, pero también el vino, que tontea el cuerpo y alimenta los sueños...
La bola, aún, puede convertirse en una maceta, cuya utilidad es poner flores... Una sola que sea puede hermosear una vida toda. El adorno busca los ojos para si por el formato de la hierba, perfecta, con sus pétalos y hojas dibujados por manos distintas de las humanas. Las flores cautivan los ojos también por sus colores algunas veces mezclados, otras tan fuertes que traen aflicción a la visión. Otras, aún, tan delicadas, leves y suaves que atraen la más hundida y sencilla ternura esencial de los mortales.
La hoja de papel blanca y cuadrada puede servir para las mismas funciones que la bola de barro. Pero cuándo aquella ocupa el sitio de sostener palabras como la maceta sostiene flores, la magia y el encanto son casi los mismos. La diferencia es que las palabras fueron hechas por manos que siempre se equivocan.
La Musa Malva
Puede ser que las manos se equivoquem... Asimismo, nos encantan con dibujos y palabras.
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