Caminé entre lápidas.
El olor en el cementerio me hizo sentir náuseas.
Creí que era el olor de los muertos,
lo que empeoró mi desagrado,
pero era tan sólo el olor de las flores sin vida,
un marchito homenaje a los muertos...
Despacio me di cuenta del silencio
del respeto y del amor
presente en todos los honores rendidos.
La muerte no más velaba mis pensamientos.
En aquél momento y en mi soledad
sólo pude imaginar cuentos y historias maravillosas
sobre la gente que un día vivió
en un cuento de muertos
le llenando con vida.
Ninfa Negra
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