Escribía desde el día que le dieron un papel y un lápiz al intentar ponerla menos traviesa. En aquella época no le había mucho lo que escribir sólo lo que dibujar... ¡Y mal! A pesar de eso, nunca se quejaron de sus pobres dibujos excepto una vez que la reprendieron sólo porque se acabaron los papeles y empezó a escribir en las paredes.
Después sus dibujos cambiaron sus formas... Conoció las letras, como otros alumnos de la escuela. Esto tal vez haya sido el único pecado de su profesora: ¡Enseñarle a leer y a escribir! Las letras que conocía a lo largo de su enseñanza nunca habían sido las mismas que las personas comunes suelen aprender... Nunca les ha visto como simples letras... Sus letras eran fantásticas, le contaban secretos, tenían rimas, versos... No le costó mucho desear combinar sus propias letras.
Solía escribir largos correos para sus amigos, algunos lejanos. Escribió diarios antes de lo que se esperaría para una chica de aquella edad. En la adolescencia anotó los momentos de alegría, amistad, confusión, tristeza, furia y amor.
Ni siempre redactaba sus propios momentos porque lo que le importaba era lo que se pasaba, no le importaba quién lo había vivido. Sus papeles antiguos siguen guardados en algún cajón de un armario, olvidado por el tiempo, un tesoro esperando para ser encontrado.
No se sabe exactamente cuando dejó de escribir lo que se pasaba consigo y empezó a escribir lo que se pasaba con los otros. Tampoco se sabe cuando dejó de observar la vida y empezó a imaginar cómo ella sería. No hubo una fecha o un suceso más destacado que haya marcado esa transición. Sólo lo que se sabe es que escribía porque le complacía, nada más.
Un día le pidieron para dejar sus fantasías para que viviera en el mundo real. Como era una buena hija decidió hacer lo que le costaría más y estudió años como una loca. Se le trastornó su mente la llenando con términos técnicos, casi olvidando sus escritos. Sin embargo, las letras siempre insistían en dejar su cerebro tecnológico, y salían para pasear en las afueras de su mente, llenando así hojas y más hojas en un mudo protesto por su descaso.
Cuando en fin se cansó de toda la técnica y se le hartó la rudeza y realidad común en la vida, volvió a escribir. No más cerraba sus letritas en su mente, ahora las dejaba fluir de la manera que deseaban, rescatando la chica traviesa que escribía en las paredes. Desafió todo lo que era ordinario para vivir su gran amor por el escrito. Nadie la comprendió... O tal vez pocos la hayan comprendido. Como era sólo una mujer, la juzgaron insana y intentaron salvarle. No hubo salvación. Ella huyó para dentro de si misma, dejando a todos hacia atrás. Después de eso, nadie jamás la ha visto otra vez. Dicen que ahora sigue escribiendo escondida, utilizando un seudónimo raro y el auxilio de la Internet... Pero éso, nadie lo confirma.
Ninfa Negra
Editado miles de veces para corregir los errores... Y tal vez siga equivocado...
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