domingo, 23 de octubre de 2011

Pardal

El agua de todo cielo se caía sobre él.
Su cuerpo era liviano
y yo, que lo miraba bajo mi paraguas,
temí que la lluvia le lastimara...
Los humanos son tontos,
suponen absurdos.
El pequeño ser miró hacia las nubes
y se lanzó en vuelo solitario.
Siquiera me miró en los ojos
antes de esconderse de mis buenas intenciones.
Los propósitos humanos se cambiaban muy rápido
cuando tenían en su poder algo que juzgaban menor.
Así es que los seres sabios
abandonan la humanidad
cuando reconocen esa flaqueza.
Y se lanzan en vuelo solo
entre las nubes de tempestad.

Ninfa Negra

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