Él buscaba una flor
para presentar su amada.
Caminaba despacio
con una sonrisa placentera en la cara,
mirando lo mas amable brote en el medio del jardín.
El olor del edén era placentero
y seducía con el perfume y la belleza.
Todavía entre una rosa y otra
había espinas.
Y los arbustos tenían ramas puntiagudas.
Todo lo que es más bello
esconde en si una hostilidad.
Él seguía despacio, pero se hería a cada paso.
El caminante descuidado
se durmió, cansado.
El polen le cubrió
y su cuerpo desapareció
para alegría de las plantas
y desespero de su amor abandonado.
En un jardín de plantas venenosas
no hay amor que esté seguro.
Ninfa Negra
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