Lágrimas negras chorrean de los ojos
y salpican las mejillas limpias
mientras se le quita la máscara
que antes le tapaba la cara.
Le mira del espejo
alguien que no reconoce.
El otro le parece común,
casi humano,
pese que se sienta
mal como un monstruo hambriento.
Está ávido del calor humano,
si bien que también está harto de las mentiras
que le cuentan...
Y de someterles sus engaños.
La máscara es su truco perfecto
que utiliza para protegerle del sombrío que le habita...
El sombrío que embrutece los otros que le acercan...
Cuando más quiera parecerse humano,
cuando más desee ser igual que los otros,
todo lo que logra
al ocultarse tras la máscara,
es acercarse del real
(pero imperfecto) mundo y,
olvidar su inhumana,
(pero segura) individualidad.
Ninfa Negra
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