viernes, 3 de junio de 2011

Reposo

No logro esconder las ojeras
que nacen al atardecer.
Atrapo los últimos rayos
con ojos que jamás
los verán otra vez.
Es tarde.
No hay más cuerpo
tampoco el celeste.
Pero nada se pierde
al cerrarme los ojos.
El manto sombrío me protege
mientras espero mi estrella.
Todavía mi anhelo sigue
buscando el sol que huye,
encendiéndome con sueños.
Abro las manos
y liberto el suspiro definitivo.
Mis manos están frías.
Necesito guantes
para guardar la noche
que llevo en mis dedos.

Ninfa Negra

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