Ella camina por la vereda.
Dejó muchas marcas en la tierra.
Las más livianas
desaparecieron
bajo lágrimas de lluvia
o fueron confundidas por el polvo
levantado por el viento confuso.
Las marcas suaves sólo se quedaron en la memoria
como una alegría fugaz.
Las huellas fueron un poco más hondas
como un amor súbito o una canción de cuna
y a veces aún tropieza en ellas
cuando mira hacia atrás.
Hay nostalgia en su sonrisa
cuando alguien intenta apuntarle
una alternativa en las encrucijadas.
Ella sabe que no importa cuál elija,
su suerte está echada.
Ella sigue en vías
que todavía no fueron construidas.
Entre el día que dejó la casa
hasta encontrar su destino
aún hay un largo camino.
Y debe andar rápido.
Luego el sol se va a poner
y ella necesita encontrar el ocaso
antes del anochecer.
La noche viene con sus arrullos
y cada vez que ella se duerme
su camino,
eterno perseguidor de sueños,
se cambia.
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