Lluvia fría azota espaldas
mientras el aire denso apreta nuestros pulmones.
El viento canta amenazas entre grietas invisibles
con su voz de otro mundo.
Rayos palpan el vientre del suelo
haciéndose de amante que busca puntos sensibles.
Se comparten besos de fuego y muerte
durante el encuentro de dedos del cielo y cuerpos vulnerables.
Huimos del mal tiempo para hallar nuestro momento.
Un grito es libertado desde la garganta:
placer y miedo pueden ser grandes aliados.
Ya no sé si el trueno es tuyo o mío.
Con el pretexto de nos protegermos
- de todo o de nosotros -
fundimos nuestra piel bajo el abrigo de una piedra.
En el solsticio de verano nos echamos al suelo
para celebrar como paganos
la eterna necesidad de volver hacia el hueco de la tierra.
Es como si nos ocurriera que sólo así
recuperíamos nuestras almas lavadas por la lluvia.
para celebrar como paganos
la eterna necesidad de volver hacia el hueco de la tierra.
Es como si nos ocurriera que sólo así
recuperíamos nuestras almas lavadas por la lluvia.
Ninfa Negra
21/12/2013
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